viernes, 4 de enero de 2008

Cosas que pasan cuando estás en el pueblo!

{Colaboración de Karmenchu}


Hace mucho que no voy a mi pueblo... Bueno, realmente es el pueblo de mi madre, pero vamos allí pasé yo mis veranos, navidades y demás festividades.
Y que cosas, eh?, cuando uno está en "su" pueblo todo se ve diferente y también se actúa de otra manera. Nada más llegar a la casa, ya respiras alegría por todos los lados, porque has dejado tras de ti la monotonía de tu día a día, y no sé porque extraña magia que concede el contacto con la naturaleza, comienzas a hacer cosas que de normal te agobian y que en el pueblo parecen gloria.
Como quitar las telarañas, limpiar los muebles, la cocina... ¿Alguien hace en su piso de la ciudad una limpieza tan a fondo como la que se hace en la casa del pueblo? De normal, no te mueves y solo sacas el cristasol cuando en los cristales ya se puedan plantar patatas, y en tal caso lo haces con la cara larga.
Pero en el pueblo la cosa cambia... Y te da por admirar la casa y cada uno de sus rincones, menos ese que está reservado para los trastos, claro. Porque en toda casa de pueblo que se precie debe de existir una habitación para acumular todo lo que abuelos, primos, tios... etc, no quieren y te han endorsado, a lo que tú o tus padres respondeis ante dicho ofrecimiento "Me viene genial pa la casa del pueblo". Luego, lo normal es que no tenga mucha utilidad o bien sea lo peor de lo peor para la salud, vamos un completo atentado contra el buen estado físico de una (que ya está mal de por sí...).
Un ejemplo de nula utilidad; ¿por qué mi abuela guardaba sandalias de cuando yo era pequeña? Y lo mejor, ¿por qué solo se conservaba una cuando la otra se perdía? ¿Por si alguien en un accidente se quedaba sin una pierna?
Y que me dices de esos muebles super rústicos que decoran la casa del pueblo; ejemplo de atentado contra la salud. Colchones insufribles que te comen, sí, te engullen literalmente. Tienes que dormir atada con una cuerda para que a la mañana siguiente te encuentren y poder sobrevivir a semejante tortura, y más cuando en invierno hace frío y tu señora madre te pone mantas sin cesar y encima tiene la guasa de decirte; "Hija, ¿es que duermes siempre de la misma postura?" y tú pensando ¡como narices me voy a mover si ni rascarte la nariz puedo!, porque uno, te hundes y dos, las mantas hacen muchaaaa presión sobre tu cuerpo, así que estás inmovilizada toda la santa noche y sacas solo la cabeza para respirar.
El caso es que cuando no te hundes en el colchón, pasa lo contrario. En mi pueblo, a una cama la llamábamos "el folio". Que masajes más placenteros para la espalda... Que gusto sentir todos los muelles, que al día siguiente crees que te vas a levantar con la cama pegada a ti. Pero estás en el pueblo y eres feliz...
Y sino esa magnífica decoración; figuras de bautizos y comuniones inservibles. Que yo pienso ya los regalan con esa intención, para que la casa del pueblo se llene de trastos que nadie sabe porque están ahí.
Por no hablar de la emoción que le invade a todo el mundo por tener cosas "típicas de pueblo", como los botijos o las radios antiguas, por ejemplo. Y cuando el pastor del pueblo va con su Mp3 y su botella Fontvella en la mano y ve los dichosos adornos de tu casa debe pensar "Menudos paletos los de ciudad".
Pero la tele mola más. La nuestra no tenía casi color y los botones se clavaban con un palillo, si la cadena se perdía "Papáááá, trae otro palillo".... "Pero por favor, que no sea ese de los dientes que llevas ahora pa quitarte los restos de la comida".
En el pueblo, uno come por que sí, aunque no tenga ganas, porque estás de vacaciones y debes probarlo todo. Da igual que no almuerzes de normal, cuando estás en el pueblo es casi una ley, y déjate de la pijada de un sandwich de jamón york, panceta y chorizo, hombre, que estás en el pueblo. Y tu amiga (del pueblo claro está) echa un fideo y tú pareces no haber comido en condiciones en toda tu vida.
El caso es que regresas a casa más gorda y con dolor de espalda pensando en los masajes que vas a tener que pagar para reconstruir lo que tu cama del pueblo a destruido, pero siempre y aún así te quedas con ganas de volver cuanto antes, porque allí los veranos siempre fueron azules, te olvidastes por un tiempo de que era la polución y vistes las estrellas como nunca.

karmenXu

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